Extranjeros
A ver cómo te lo explico. Que el domingo huele a mar y a cilantro fresco. A cocinar descalzos y a baños de piel y fluidos salados. A cocinarnos sin más. Que rodar sobre tu alfombra debería ser deporte olímpico, porque nunca más un golpe, un salto, un asalto fue un ejemplo mejor de competición sana. O insana, da igual, pero un trofeo. Que odio los aeropuertos, menos cuando huelen a hogar, que es cuando tú regresas. Que las resacas de ti merecen la pena y que el mundo no sabe lo que se pierde cuando tú lo haces en mi ombligo. A ver cómo te explico sin caer en clichés manidos, que tu nombre es la canción que más tarareo y que noviembre nunca tuvo más sol. Que noviembre fue mayo, bajo la sombra de tus pestañas. Que tus pestañas arropan. A ver cómo. Como los juegos de manos entre pieles ya ajadas de tanto tocarse sin motivo. Como la lluvia que emana cuando sueño que te has ido. Como los bloques de hielo que percibo, cuando dudas. Como todo lo qu