No sabría decir si era vicio o necesidad. Si la sombra me protegía del sol o me impedía ver el cielo. Era algo extraño lo que me hacías. Decías que contigo estaba a salvo, pero eras un jodido desastre. Sí, joder, nadie estuvo nunca a salvo contigo, aunque conseguías que me sintiera así y eso ya tiene su mérito. Porque no es cuestión de que salte delante de un tren por ti, sino de que te aleje de las vías , me susurrabas con seriedad, y yo me reía. Pero era verdad. Y yo siempre me reía… No lo sé, pudiste irte antes, pudiste huir y buscar otros brazos que te dieran el calor que yo no tenía, pero no lo hiciste. Esperaste, agazapado, impidiendo que yo pensara en saltar de nuevo, atándome en corto y obligándome a mantener los pies en su sitio, lejos del andén, cerca de ti. A veces se pierde la perspectiva y otras veces ella es la que te encuentra. Solo hay que saber esperar. Como tú. Y ahora cierro los ojos y te aprieto la mano. Te digo que eres el desastre