Lecturas junio

Qué bonito ha sido junio...

Comenzó con la esperada Feria del Libro de Madrid.
GRACIAS a todas, tanto a las que fuisteis allí a verme como a las que me escribisteis emocionadas para darme ánimos. Fue un fin de semana increíble en el que tuve la suerte de poneros cara, de daros un abrazo, de reencontrarme con personas especiales que han pasado a formar parte de mi día a día y de saludar a muchas otras compañeras.
¡La experiencia de firmar libros por primera vez desde el otro lado fue una pasada! A ratos me costaba creérmelo, siendo sincera, pero también espero no perder nunca esa ilusión e ingenuidad, para poder seguir disfrutándolo como una niña.
¡Nos vemos el año que viene!
Por otro lado, también tuve la suerte de estrenarme en mi ciudad. Lo hice por la puerta grande, en la Plaza Mayor y en El Corte Inglés. GRACIAS de nuevo a los que me dieron la oportunidad y a los que se acercaron a verme y a templar mis nervios.


Con respecto a lo demás... ha sido un mes caótico. Mucho trabajo, muchos compromisos, muuuuy poco tiempo para sentarme a leer.
No obstante, voy a hablaros de tres lecturas que me han aportado algo estas semanas.
De las tres destaco La última lección, de Randy Pausch.


Os pongo en situación: Randy Pausch, un feliz hombre casado con tres hijos pequeños, se muere. Tiene cáncer de páncreas y diez tumores en el hígado; el médico le dice que apenas le quedan meses de vida. Qué jodido. Eso piensa. En eso y en cómo va a hacerlo para poder enseñar a sus hijos todas esas cosas de la vida para las que aún no tienen edad. Darles consejos, consuelo... todo.
Entonces Randy dice... Si yo fuera pintor, habría pintado sobre ellos. Si yo fuera músico, habría compuesto música. Pero soy profesor, así que di una lección.
Eso es este libro, no un libro de autoayuda, como muchos piensan, sino uno sobre la vida. Una última lección que Randy deja como legado a su familia. Un precioso canto a la vida, lleno de positivismo, de sonrisas, de momentos duros envueltos en un halo que me pareció casi mágico.
Yo no lo sabía, pero resulta que en Estados Unidos es común dar este tipo de conferencias. Se llaman así, La última lección, y consisten en que el protagonista se plantee: ¿Qué mensaje le mandaría al mundo si me fuera a morir mañana? Lo irónico en este caso es que era una realidad, Randy se moría. Quizá por eso este libro sea tan especial .Y no es solo un libro, la conferencia está grabada y disponible para todo el mundo (la tenéis aquí).
He tardado en leerlo semanas, pero no porque sea aburrido, de hecho se lee en nada por la forma tan cercana en la que está escrito, sino porque quería sacarle todas las enseñanzas posibles.
A veces, es necesario frenar un poco y enfrentarse a una novela que consiga hacerte reflexionar sobre cómo estás viviendo tu vida. Conmigo, lo ha conseguido.

De todo lo demás que he leído, destaco la primera novela de Zahara, Trabajo, piso, pareja, y Si supieras, de Kristan Higgins.

A la primera le tenía muchas ganas. Sabéis que soy una gran fan de Zahara desde hace mil años. Creo que hay poca gente con tanta sensibilidad en el mundo de la música. Por eso, cuando supe que sacaba novela, me emocioné. Quizá, demasiado. Y digo esto porque las expectativas son pésimas y parece mentira que yo haya caído en ellas con tanta facilidad. Abrí el libro con ansiedad y... me desinflé. Sí, no sé qué esperaba. Puede que algo más... poético. Menos cotidiano. No lo sé.
No obstante, según me adentraba en la historia, me enganché. Y me encantó.
Zahara nos habla del amor; de la historia de un chico y una chica, pero sin recrearse demasiado en la parte del enamoramiento, sino en los conflictos que llegan cuando nos acostumbramos al otro. Problemas del día a día, rutinas, miedos, inseguridades. Una historia real, más real quizá que las novelas románticas al uso que tanto nos gustan, pero que me emocionó y que terminó enamorándome.

De Kristan había leído una novela anterior que me gustó mucho, así que, en cuanto la vi de oferta en un Kindle Flash, no me lo pensé. Su forma de narrar, su sentido del humor, su sensibilidad... me ha encantado. No es una historia de amor en sí, sino que en ella narra la vida de dos hermanas que no están pasando por su mejor momento personal. Juntas, irán madurando, creciendo y dándose cuenta de quiénes son y de lo que desean. Una novela familiar, sin grandes giros, pero con esa cotidianidad tan real con la que es muy fácil sentirse identificada.

Poco más os puedo contar... Prometo que este mes habrá otra entrada en la que os cuento (por fin) qué va a pasar con la continuación de la serie Polos Opuestos. En un par de semanas, ¡novedades! Palabrita.

Os deseo un feliz mes de julio. Mando mucha paciencia y buen rollo para las que no podéis iros de vacaciones. Y a las que sí... os pido que brindéis por las demás desde el chiringuito de la playa y que disfrutéis mucho mucho.

Yo empiezo a contar los días que quedan hasta agosto... 😎


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