¡Felicidades, Daniela!
Primera entrada del año. Una muy especial. Y es que hoy hace un año que Daniela salió a la luz y pasó a ser un poco vuestra...
Recuerdo cuando terminé de escribir Fuimos un invierno y comencé a dejar pistas en las redes sociales.
Recuerdo vuestro cariño, vuestras ganas, vuestra curiosidad.
Recuerdo el miedo; los nervios en la base del estómago que no se iban; las sensaciones que me pellizcaban por dentro y que no me abandonaron hasta que puse el punto y final definitivo a Fuiste mi verano.
Un año en el que he aprendido, he disfrutado y he crecido de la mano de Dana y su mundo.
Si ahora cierro los ojos, puedo imaginarme cientos de historias. Sé que quiero escribir sobre determinados temas, que quiero crear personajes con características concretas y en contextos muy específicos. Sé que esto no ha hecho más que empezar.
Sin embargo, también sé que, en ocasiones, algunas etapas marcan las demás, que algunas partes de tu vida se ensalzan sobre otras. Eso es esta bilogía ahora mismo para mí.
Soy consciente de que, a día de hoy, quizá ya no sea lo mejor que he escrito, que quizá el momento en el que la escribí fue lo que determinó todo, que necesitaba involucrarme en un proyecto con tanto ahínco para creerme de una vez por todas CAPAZ.
El caso es que sigue siendo muy especial para mí y por eso he querido haceros un regalo...
Porque Daniela lo merece; ella y todos los demás. Y, sobre todo, vosotras lo merecéis.
(AVISO: solo para quien ya haya leído la bilogía al completo)
Si habéis llegado hasta aquí, es que ya conocéis la historia de Dana y Luca.
Espero que disfrutéis con este regalito, que recordéis las sensaciones que vivisteis al leerla y que sonriáis al terminarlo.
...
Recuerdo cuando terminé de escribir Fuimos un invierno y comencé a dejar pistas en las redes sociales.
Recuerdo vuestro cariño, vuestras ganas, vuestra curiosidad.
Recuerdo el miedo; los nervios en la base del estómago que no se iban; las sensaciones que me pellizcaban por dentro y que no me abandonaron hasta que puse el punto y final definitivo a Fuiste mi verano.
Un año en el que he aprendido, he disfrutado y he crecido de la mano de Dana y su mundo.
Si ahora cierro los ojos, puedo imaginarme cientos de historias. Sé que quiero escribir sobre determinados temas, que quiero crear personajes con características concretas y en contextos muy específicos. Sé que esto no ha hecho más que empezar.
Sin embargo, también sé que, en ocasiones, algunas etapas marcan las demás, que algunas partes de tu vida se ensalzan sobre otras. Eso es esta bilogía ahora mismo para mí.
Soy consciente de que, a día de hoy, quizá ya no sea lo mejor que he escrito, que quizá el momento en el que la escribí fue lo que determinó todo, que necesitaba involucrarme en un proyecto con tanto ahínco para creerme de una vez por todas CAPAZ.
El caso es que sigue siendo muy especial para mí y por eso he querido haceros un regalo...
Porque Daniela lo merece; ella y todos los demás. Y, sobre todo, vosotras lo merecéis.
(AVISO: solo para quien ya haya leído la bilogía al completo)
Si habéis llegado hasta aquí, es que ya conocéis la historia de Dana y Luca.
Espero que disfrutéis con este regalito, que recordéis las sensaciones que vivisteis al leerla y que sonriáis al terminarlo.
...
Me
despierto. Siento la brisa cálida de agosto en mis mejillas y la claridad del
día en los ojos. Tengo el pelo aplastado en la cara y un mechón me hace
cosquillas en la nariz. Soplo hacia arriba para despegarlo y me doy cuenta de
que no es mío, porque es castaño. Y liso. Y demasiado largo para ser mi
flequillo.
Sonrío.
Su
respiración rítmica y caliente me acaricia el rostro. Me encanta verlo así; tan
tranquilo, tan niño, tan en paz. Es como si solo al dormir dejara libre al
verdadero Luca de un modo que nadie comprende y el resto del tiempo luchara
constantemente por contenerse. Excepto conmigo. Conmigo no; ya no.
Le paso los
dedos por las cejas y sonríe. Está despierto, pero le gusta demasiado que lo
mime como para seguir fingiendo que duerme.
—Tienes
cejas de chica.
No dice
nada, pero una de sus manos aprieta mi muslo desnudo por debajo de la sábana.
—Y pelo de
chica.
Le tiro de
un mechón con fuerza y me muerdo el labio para no reírme. Como respuesta, su
índice se introduce por el borde de mis braguitas.
—Cutis de
chica.
Recorro sus
mejillas con delicadeza, su frente, el contorno de sus labios.
Aguanto la
respiración ante su silencio, sintiendo cómo su dedo entra en mí despacio, con
esa calma que me desestabiliza, hasta que suelta el aire en una carcajada y me
ataca sin piedad, colocándose sobre mí y mordiéndome el cuello, provocándome un
grito y un jadeo de excitación.
—¿Qué
decías? —gruñe en mi oreja.
Me echo a
reír. Él me obliga a abrir las piernas empujando con las suyas y siento el peso
de su cuerpo sobre el mío, conectando, encajando. Me hace cosquillas con la
nariz y me da pequeños mordiscos que me ponen la piel de gallina, mientras se
entretiene con sus dedos en mi sexo, volviéndome loca.
—Nada…
¡Nada!
—¿Nada? ¿No
quieres saber lo que es capaz de hacer esta chica con lo que tiene entre las
piernas?
Empuja y su
excitación se me clava.
Nunca me
cansaré de esto. De él. De nosotros.
Luca se
deshace de su ropa y de la mía en un segundo, después me penetra, gimiendo, susurrándome
cosas bonitas mezcladas con guarradas que me llevan al orgasmo antes de que sea
consciente de ello.
Al
terminar, sudados, despeinados, aún con los ojos adormilados, aunque brillantes
por el deseo, me tumbo sobre su pecho y nos abrazamos. Sus dedos juguetean por
mi columna y yo repaso los trazos de tinta de su piel con los míos. Como tantas
veces.
Recuerdo la
primera vez que lo vi desnudo. La primera vez que estudié los dibujos que lo
marcaban y lo hacían único. Esos tatuajes sin aparente significado que se hacía
por placer, porque él era así. Me centro en ellos y después en algunos nuevos
que ha ido coleccionando a lo largo de los años. Momentos. Instantes que sé que
engloban mucho más. Que dicen demasiado y que hacen que los otros parezcan
vacíos. Como si el cuerpo de Luca explicara con su tinta el antes y el después
que supuso el que yo apareciese en su vida.
Una pluma
en el antebrazo izquierdo. Las cuatro letras de un nombre que ambos
compartimos; él en el pecho, a la altura del corazón; yo en la muñeca, sobre
las venas. Y mi favorito, en la parte baja de la cadera.
—La vas a
desgastar.
Rozo de
nuevo la silueta de la bailarina y sonrío. Aún no puedo creer que lo hiciera.
—Me gusta.
—Claro que
te gusta. Eres tú.
—Me gusta
en ti.
Me gira la
cara y me mira a los ojos, con los suyos azules llenos de cosas aún por
descubrir, de caricias por compartir, de emociones que desconocemos.
—¿Qué
piensas? —me pregunta, pasándose la lengua por los labios, humedeciéndolos.
Se lo digo.
—Pienso que
eres como un libro y que a partir de tus tatuajes se podría contar una
historia. Tu historia.
Niega con
la cabeza y mete los dedos entre mi pelo. Lo huele y me pone una de mis manos
en la entrepierna para que vea el efecto que mi olor produce en él. Es un
cerdo.
—No es
cierto.
—¿En qué me
equivoco?
—En que no
es mi historia. Es la nuestra. Antes de ti, no hay más que tinta sin sentido.
¿No te das cuenta?
Lo hago,
porque lo veo en sus ojos; me veo a mí, a nosotros. Veo que nos costó, pero que
lo conseguimos y que cada paso, cada tropiezo, cada lágrima, mereció la pena.
Bajo la
cabeza y lo beso. Un beso tímido, sentido, tan íntimo que siento frío en la
espalda desnuda y él me arropa con su cuerpo.
De repente,
cuando sus manos sujetan mis pechos y nuestros alientos vuelven a sonar
frenéticos, la puerta se abre como si un vendaval la arrastrara y los brazos de
Luca me empujan al otro lado del colchón. Tengo que agarrarme con fuerza al
borde para no acabar con el culo en el suelo.
—¡Eh,
campeón! ¿Ya estás despierto? —Disimula apoyándose en el cabecero y tapando su
erección como puede. Lo hace francamente mal y ambos sabemos que, en cuanto
Izan crezca un poco más, vamos a tener serios problemas de intimidad.
—¿Por qué
estáis desnudos?
—Tu madre,
que no soporta el calor.
—¿Yo? —Odio
que siempre intente pasarme el muerto a mí—. Es él, ya sabes que es un hippie.
El pequeño
Izan nos observa con sus ojos marrones, esos que no ha heredado de ninguno de
los dos, suspicaces. Después se encoge de hombros y se sube a la cama,
deslizándose hasta quedar pegado al pecho de su padre, que ha recuperado su
ropa interior con sospechosa eficacia, como si se hubiese pasado media vida siendo
pillado infraganti en situaciones de este estilo. Yo intento recuperar mis
bragas y mi camiseta sin parecer estar bailando break dance bajo las sábanas.
—Papá, ¿me
cuentas uno de tus cuentos?
Luca sonríe
y lo besa en el pelo antes de comenzar a hablar, con esa voz dulce y serena que
reserva para su hijo. Una de sus tantas versiones que ya vislumbré hace mucho
tiempo cuando lo veía con Emma, pero intensificada por mil.
—Érase una
vez una chica pelirroja que podía volar, pero que tenía pánico a las alturas
—me giro, frunciendo el ceño, y me guiña un ojo con chulería.
—¿Tenía
alas?
—Sí, pero
no lo sabía. Solo se podían ver cuando bailaba.
—¿Como
mamá?
—Muy
observador. Menuda coincidencia, ¿verdad?
Izan
asiente y lo observa embobado, como si ya estuviese fuera de esta cama y
viajando a todos esos mundos a los que Luca consigue llevarlo una y otra vez
sin descanso con historias inventadas.
Yo desisto
ante mi intento de levantarme y hacer el desayuno, y me tumbo al otro lado,
porque me encanta ser testigo de estos momentos.
—¿Y
consiguió volar?
—Claro,
pero para eso tuvo que conocer a un ogro gruñón.
Me muerdo
el labio y mi mirada se encuentra con la suya, con la de aquel ogro que se
cruzó en mi camino y que se convirtió en la casualidad más bonita de mi vida.
—¿Un ogro?
—pregunta Izan, con ojos curiosos. Le encantan todos los bichos feos, así que
ya lo ha ganado con esa parte.
—Sí. Un
ogro que escribía novelas, pero que nunca sonreía.
—¿Y qué
hizo el ogro?
—Le regaló
un paraguas de lunares.
Suelto una
carcajada y Luca me acompaña. Izan resopla y fulmina a su padre con la mirada.
Es tan expresivo que asusta.
—¿Un
paraguas? ¡Venga ya, papá!
—Eh,
campeón, que se trataba de un paraguas mágico.
Con esas
palabras vuelve a captar su atención y continúa con la historia.
Nos reímos
cuando Luca nos explica que el ogro se convertía en flan de coco cuando la
bailarina lo miraba, le sonreía y lo besaba. Izan nos obliga a parar el cuento
tres veces argumentando que es imposible que una chica consiga hacer eso con un
beso. Su padre le dice que tiempo al tiempo, que algún día lo descubrirá por sí
mismo y recordaran aquella conversación.
Yo me
abstraigo; los observo; los escucho. Adoro cómo Luca le habla como si ya fuera
un adulto, a pesar de que solo tenga cinco años. Adoro cómo Izan mira a su
padre como si este hubiera escrito todas las historias interesantes del mundo.
Adoro que tengan sus propios chistes y que me dejen fuera de ellos. Adoro que
me busquen cuando la vida los supera y se agarren a mí. Adoro ser la bailarina
del cuento liberada de sí misma, que consiguió volar y convertirse en quien de
verdad quería gracias al ogro, a cambio de provocarle a él sonrisas cada día.
—Entonces…
¿consiguió volar, papá? —pregunta, con ojillos esperanzados.
—Por
supuesto. Tan alto que rozó las estrellas.
—¿Y si un
día se cae?
Luca traga
saliva y me mira. Sus ojos azules de topillo sonríen, pero lo hacen con miedo.
A veces aún duda, duda que yo vaya a estar a su lado cada mañana al
despertarse. Lo hace por miedo, porque durante mucho tiempo le gustó ser un
ogro y estar solo, pero ya no.
Le sonrío;
estiro el brazo y mi mano se entrelaza con la suya por debajo de la sábana.
—Si se cae,
el ogro estará siempre a su lado para ayudarla a levantarse —le digo yo con
firmeza.
Luca
asiente e Izan medita mis palabras. Creo que no entiende muy bien la historia,
pero mientras tenga ogros, magia y final feliz, de momento le vale.
—¿Y
tuvieron hijos? —Alza una ceja en dirección a su padre, que se pone serio y lo
mira fijamente, como si fuese a darle la información más importante de todas.
—Sí.
Tuvieron uno torpe, aburrido y tan feo como tú.
Izan
estalla en carcajadas y se sube encima de su padre, haciéndole cosquillas que
Luca finge que lo hacen reír.
Yo disfruto
de la imagen, asumiendo una vez más que sí, que lo conseguí.
Que da
igual que salga el sol, llueva o nieve, porque con ellos, en esta burbuja que
nos hemos hecho a medida, nada importa más que el provocarnos nuevas sonrisas.
GRACIAS
Neïra.
Ya me has hecho llorar otra vez con algo tan corto y sencillo... Sabes que soy súper fan de los epílogos y este regalo es muy importante. Es magia...
ResponderEliminarGracias
Dios mio andrea me has hecho llorar quiero MÀS de ellos💜
ResponderEliminarNos has hecho un regalo precioso, Andrea. Leyendo este cachito has vuelto a ponerme los sentimientos a flor de piel. Solo puedo pensar que elegí el nombre perfecto para mi hijo (perruno), porque posiblemente con el tiempo esta no sea tu mejor historia, pero siempre será especial, magica y única. Para mí lo es y lo será.
ResponderEliminarUn abrazo apretujadito de mi parte, y un lametazo de parte de tu ahijado ;)
¡Mua!
Ay. Qué bonito, Andrea. Me has puesto la congoja en la garganta, cerda :)
ResponderEliminarFeliz aniversario de Daniela y Luca. Siempre serán especiales, sí.
¡Muak!
Muchísimas gracias por ésto. Es precioso ❤. Me has dejado en una nube...
ResponderEliminarGracias, gracias, gracias
Gracias por este regalazo!!! Con algo tan corto has consiguido poner mis sentimientos del revés. Siempre adoraré a Dana y Luca porque son inolvidables, su historia lo és. Gracias de corazón por algo tannnnnnn bonito. Que sigan cumpliendo mas aniversarios y que tu nos sigas haciendo regalos tan maravilloso como éste. Un besazo!!
ResponderEliminarPero que bello regalo de reyes, sin duda uno de mis libros favoritos del 2016... 🙈🙈🙈
ResponderEliminarNo creo que haya más. Aun tratando de digerir esta historia de Dana y Luca.. Para poder tomar un nuevo libro... Que bello nombre Izan 😘😘😍😍😍
Queremos mas bellas hiatorias
Magnífico.
ResponderEliminarDana tan Dana como siempre y Luca...que decir de mi Luca... sigue siendo uno de mis personajes favoritos.
Poder tener una pizca más de su historia entre los dedos me parece un maravilloso regalo.
Me encantan tus historias!
Felicidades Dana y Luca!!
ResponderEliminarEs un regalo inesperado, y esos son los que más gustan!! Me ha encantado y vuelta a llorar con sólo dos frases:
-¿Tenía alas?
-Si, pero no lo sabía...
Cómo es posible trasmitir tanto???
Felicidades y mil besos ����
Ohhhhhh GRACIAS INFINITAS por esto!!! No estoy llorando, se me entró una basurita e el ojo... jajaja. No, en serio, Dana y Luca SIEMPRE ocuparán un lugar importante, ansiaba mucho leer una partecita más de sus vidas, de cómo las cosas siguieron su curso.
ResponderEliminarSeguí así, haciendo y amando lo que más te gusta, felicidades por esta historia.
Besos enormes!! <3
Oh por dios Neïra, esto ha sido el mejor regalo de reyes que nos has podido dar. Leer este pedacito de Daniela y Luca fue transportarme a su historia, fue recordar cuan profundo me llegó al corazón, fue recordar cada nudo que me ataron en el pecho. Gracias por escribirlo, por contarnos un poquito de su vida después de ese hermoso epílogo.
ResponderEliminar¡Qué bonito, Andrea!
ResponderEliminarEs muy fácil imaginarse esta vida de Daniela y Luca. Hiciste muy fácil que nos conquistaran. Con sus luces y sus sombras.
Gracias por este regalo.
Un besín.
Muchas gracias por este pequeño fragmento de Luca y Dana, un maravilloso regalo de reyes. Un beso Neira con dieresis y contiua así.
ResponderEliminarGracias Andrea, sencillamente, gracias....
ResponderEliminarLa gente especial hace que lo difícil parezca fácil. Tus libros parecen fluir ellos solos de lo fácil que atrapan.
ResponderEliminarTe deseo toda la suerte del mundo.
Muchas gracias
Hola, Mati!
EliminarMuchísimas gracias por estas palabras tan bonitas :)
Un abrazo!!
La gente especial hace que lo difícil parezca fácil. Tus libros parecen fluir ellos solos de lo fácil que atrapan.
ResponderEliminarTe deseo toda la suerte del mundo.
Muchas gracias
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAwwww que hermoso, gracias por regalarnos esta maravillosa historia, cuánto me ha hecho SENTIR, sin duda ha sido uno de los mejores viajes repleto de emociones, que personajes más entrañables se han quedado en mi corazón. ❤
ResponderEliminarGracias, ha sido precioso!
ResponderEliminarEnhorabuena por tus libros, hace muy poco que te descubrí y ya estoy devorando todos! Es una maravilla como plasmas los sentimientos! :) concretamente esta biología es intensamente preciosa!!