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La historia de amor más breve del mundo

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El día que te conocí nevaba. No de un modo bonito, sino con pequeños copos tan finos que ensuciaban el suelo al tocarlo. La ciudad parecía más gris que nunca, incluso con el color de las luces navideñas, pero tú apareciste cruzando la calle e hiciste que no importase. —¿Tienes fuego? —me preguntaste. Tenías los ojos de miel y la sonrisa torcida. —No fumo. —Ya. Yo tampoco. Me reí. No sé cómo lo supiste, pero enseguida te diste cuenta de que era de esas. De las que dicen que no fuman y acaban las noches de copas y olvido con un cigarrillo en los labios. ¿Tan predecible yo? ¿Tan astuto tú? —Bueno. O quizá sí. Pero no tengo fuego. Sonreíste con malicia y oí tu voz sin que abrieses la boca. «Yo no estaría tan seguro de eso.» También sentí un calor repentino en el cuerpo. Después señalaste con un gesto a un hombre que esperaba a que el semáforo se pusiera en verde a un par de metros. —Vamos, puede que él sí. Y te seguí. Así. Sin más. Sin conocerte. Sin comprender por

Detrás del telón... TE ESPERO EN EL FIN DEL MUNDO

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 Proyecto Vértigo... qué mal me lo hiciste pasar. Qué bonito fue y qué acojonante al mismo tiempo. Sabía que serías importante, pero jamás pensé que tanto. Ni que a ratos sentiría que la presión me impediría hacer algo decente. Al final, me marcaste, como esas historias que se quedan un poco de ti. Así empecé esta entrada nada más terminar de escribir Te espero en el fin del mundo . Me sentía... vacía. Aunque también plena (y estaba un poco moñas, lo sé). Una sensación contradictoria que solo significaba lo que ya intuía desde el principio: Vi y Levi serían importantes. Todos los son de algún modo, que no se me malinterprete, pero algunos llenan tanto que dejan poco espacio para los demás o hacen que pasen más desapercibidos. Me embarqué en este proyecto en verano de 2020 . Acababa de terminar una novela y me iba de vacaciones. Había decidido darme un descanso real, un par de meses sin empezar nada nuevo con la intención de despejar la cabeza y coger fuerzas para lo que viniera despué

Lecturas marzo y abril

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Le di la bienvenida a marzo escribiendo una entrada que comenzaba así: Soy una chica dentro de un televisor. Encerrada en una caja a la espera de que alguien me mire desde el otro lado, me escuche, expresa alguna emoción o me juzgue. Así me siento algunos días; en especial, cuando llega un nuevo lanzamiento. Escribir siempre me hacía libre. Sin embargo, ahora a veces me ahoga. No creo que sea malo, solo distinto. Únicamente debo encontrar un resquicio abierto por el que colarme y volver a sentir el aire en el rostro cada vez que echo a volar sobre el teclado. No estoy triste, solo expectante. Porque el camino nunca es igual y ahora me toca descubrir qué me voy a encontrar en los siguientes pasos. ¿Demasiado intenso? Puede. Pero con la llegada de Tú y yo en el corazón de Brooklyn me di cuenta de todo lo que he cambiado como escritora desde que esta aventura comenzó, hace ya seis años. No solo en lo referido a la forma de contar historias, sino también en los procesos. Si algo nos ha en