Detrás del telón... Siete citas para Valentina
No es la primera vez que confieso esto: Valentina fue un giro inesperado de un año que no estaba resultando ser para mí lo que confiaba a nivel profesional. No es que fuera peor, solo diferente. En mi cabeza había hecho planes que, finalmente, no se cumplieron y me vi empujada a tomar decisiones.
Una de esas decisiones fue dejar de lado una novela que tenía casi acabada porque me sentía acartonada escribiéndola (se trata de un New Adult, que algún día retomaré, pero del que había perdido la perspectiva) y comenzar un proyecto de cero con el propósito de que viera la luz antes de que acabara el año. No sabía si lo lograría, pero me apetecía y, además, sentía que os lo debía, ya que, de no hacerlo, en el 2020 no habría publicado nada nuevo y me sabía mal.
Fue entonces cuando Valentina y yo nos conocimos y me contó su historia.
Hoy comparto con vosotras algunas de las curiosidades del proceso de escritura.
Antes de nada, si no has leído la novela y quieres hacerlo, ¡detente!
Si ya te has sumergido en el mundo de Valentina, puedes seguir leyendo.
¡Allá vamos!
Escribí la novela en mes y medio. Recuerdo arañar minutos al día como podía, dormir poco y trabajar casi siempre de noche. Y, pese a que estaba siempre cansada y a ratos pensaba que no llegaría a tiempo, los dedos volaban. De verdad, desde que empecé hasta que puse el punto final no pude parar. Fue un proceso intenso, divertido y muy fluido.
Valentina se llamó Valeria en los dos primeros capítulos, pero no terminaba de encajar y lo cambié. Una vez Diego susurró ese nombre en mi cabeza, supe que no podía ser otro.
Escribí el último capítulo, el que está narrado por Diego, nada más empezar la novela. Es uno de mis favoritos; a fin de cuentas, es el broche final que hace que todas las piezas encajen y que los detalles que no parecían importantes cobren un sentido diferente.
En mi idea inicial Pablo y Diego eran mejores amigos, pero me faltaba algo. Ese algo surgió comentando la trama con una amiga. ¿Y si son hermanos?, le dije. Y eso fue todo.
Mi idea era escribir una comedia, una historia sencilla, de las que te despiertan sonrisas y te hacen pasar un buen rato. De las perfectas para disfrutar bajo una manta. Sin embargo, en algún punto del proceso el tono se me desvió un poco y me vi dentro de un triángulo más emocional de lo que pensé que sería en un primer momento.
La portada la tuve clara desde el principio; quería que expresara ese modo de ver la vida que tiene Valentina, su tendencia a fantasear, y también que transmitiera esa explosión hacia afuera que su personaje experimenta en algún punto de la historia. Todo muy rosa, con mucha purpurina y confeti. Se lo planteé a la editorial y dieron en el clavo.
El título inicial del proyecto era Siete citas a ciegas, pero según avanzaba y conocía a los personajes sentí que era importante que llevara su nombre. Quizá porque a menudo recuerdo cómo lo susurraba Diego, esa forma de en la que siempre parecía mucho más que una simple palabra.
A mi me ha encantado ,ya tenía ganas de una historia tuya más alegre. Por la temática puede parecer la típica historia a 3 bandas....pero ninguna historia tuya me deja indiferente todas tienen magia, te remueven, te hacen temblar, las vives, no quiero que acaben.....
ResponderEliminarMe encanta ese amor oculto entre Valentina y Diego , que intentan evitar aunque es inevitable...ese amor prohibido...me encanta como es escribes Neïra, y agradezco muchísimo que nos cuentes en este blog todo el proceso creativo de la historia por que nos acerca un poco más a esos personajes de los que quieres seguir sabiendo más cosas.
Enhorabuena una vez más por este libro tan bonito.
Hola, Pituka! Mil gracias por todo. Sí, tocaba historia un poco más alegre, soy consciente jajaja. Me alegro de que hayas sentido igualmente con ella. Besos y feliz año!!!
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